Gobernar comprometidos con el talento
En un contexto donde la competencia por el talento es feroz y la fidelización de las personas clave se ha convertido en una prioridad estratégica, muchas organizaciones siguen abordando la gestión del talento desde la operativa, el corto plazo o el área de recursos humanos. Sin embargo, el verdadero compromiso del talento se cultiva desde arriba, desde la forma en que se gobierna la organización.
Gobernar bien es también gestionar bien el talento, no desde la transacción, sino desde el sentido. Porque la cultura organizacional, el liderazgo coherente y el propósito compartido no se improvisan: se diseñan, se priorizan y se modelan desde los órganos de gobierno.
1. El contexto: retos actuales en la gestión del talento
Las organizaciones se enfrentan a un entorno incierto y exigente, donde las reglas del juego han cambiado:
Cuesta atraer talento cualificado.
Cuesta más aún fidelizarlo.
La motivación no viene solo del salario o del cargo, sino del sentido.
El compromiso no se impone, se inspira.
Y los mejores profesionales buscan que su propósito personal resuene con el propósito de la organización.
En este escenario, ya no basta con “gestionar recursos humanos”. Hace falta un nuevo liderazgo que humanice la estrategia y un buen gobierno que sostenga el talento como prioridad estructural.
2. El buen gobierno corporativo como palanca de sentido y coherencia
El buen gobierno corporativo no es solo un conjunto de normas o estructuras. Es una práctica consciente y comprometida por crear valor sostenible para todos los grupos de interés, empezando por las personas que hacen posible la organización cada día.
Un gobierno bien ejercido:
Aporta visión y foco.
Marca un estilo de liderazgo.
Define el tono ético de las decisiones.
Impulsa una cultura de confianza, responsabilidad y aprendizaje.
Y genera una narrativa de futuro donde las personas pueden imaginarse creciendo, contribuyendo y dejando huella.
Gobernar bien no es solo asegurar resultados económicos: es asegurar el legado, el impacto y la coherencia entre lo que decimos y lo que hacemos.
3. ¿Qué busca hoy el talento?
El talento de hoy —diverso, exigente, más conectado con sus valores— busca algo más que un empleo. Busca:
Sentido: saber para qué hace lo que hace.
Coherencia: que la cultura no contradiga el discurso.
Liderazgo: con humanidad, visión y escucha.
Desarrollo: oportunidades reales para crecer y aportar.
Propósito compartido: sentir que lo que hace importa, más allá de los números.
Y cuando no lo encuentra, se va. O peor aún: se queda sin estar presente.
4. Cultura, liderazgo y legado: la alquimia que transforma el talento en compromiso
Las decisiones del consejo crean cultura
Cada decisión estratégica deja una huella: a quién se promueve, qué comportamientos se reconocen, qué se tolera o se corrige. Todo ello modela la cultura. El consejo de administración y el equipo directivo son arquitectos culturales, lo sepan o no.
“Cada decisión del consejo es un acto pedagógico. Enseña qué importa y qué no. Qué se premia, qué se deja pasar, y qué se impulsa.”
Gobernar bien es gobernar con conciencia cultural, entendiendo que cada movimiento estratégico tiene un efecto directo sobre el compromiso y la vivencia de quienes trabajan dentro.
Dar motivos para quedarse
En este nuevo paradigma, las personas no se quedan por estabilidad, sino por sentido. No se vinculan a la organización, sino a lo que significa trabajar en ella.
Dar motivos para quedarse implica:
Una cultura donde uno pueda ser auténtico.
Un liderazgo que escuche e inspire.
Un entorno donde se reconozca la contribución.
Una organización donde se pueda dejar huella.
“No basta con gestionar personas: hay que darles motivos reales para quedarse.”
Alinear propósitos: del individuo a la organización
El reto no es tener un propósito corporativo bonito. Es crear las condiciones para que cada persona pueda conectar su propósito vital con el propósito colectivo. Cuando eso sucede:
El profesional se siente parte de algo significativo.
La organización recibe compromiso genuino.
Se genera un círculo virtuoso de energía, confianza y valor compartido.
“Cuando el propósito individual se encuentra con el propósito colectivo, nace la energía transformadora.”
Liderar con alma desde el gobierno
El liderazgo que transforma no es solo técnico o carismático. Es un liderazgo ético, generoso y coherente, que promueve la confianza y dignifica el trabajo.
El consejo y la alta dirección deben ser los primeros en modelarlo. Porque las personas no necesitan líderes perfectos, sino referentes genuinos. Y el buen gobierno tiene en sus manos la posibilidad de activar ese estilo de liderazgo.
“Las personas no se van de las organizaciones. Se van de culturas incoherentes, de liderazgos vacíos, de entornos donde sienten que su talento se desgasta sin dejar huella.”
5. ¿Cómo puede un órgano de gobierno activar la sinergia con el talento?
Pasar del discurso a la acción exige revisar intencionalmente la forma en que gobernamos. Aquí algunas palancas prácticas:
5.1. Incorporar la agenda de personas al corazón de la estrategia
Tratar el talento como un tema estructural en el consejo.
Formular preguntas clave sobre sentido, clima y coherencia cultural.
5.2. Establecer métricas de talento y cultura como indicadores clave de gobierno
Incluir en el cuadro de mando indicadores sobre compromiso, rotación, liderazgo y propósito.
Evaluar a la dirección también por su capacidad de crear contextos saludables.
5.3. Escuchar al talento desde el gobierno
Diseñar canales para que la voz de las personas llegue al consejo sin filtros ni maquillajes.
Observar, dialogar y aprender desde la experiencia directa de quienes sostienen la organización.
5.4. Promover una cultura de liderazgo coherente con el propósito
Definir un modelo de liderazgo alineado con los valores.
Apoyar el desarrollo del liderazgo consciente.
Corregir estilos disfuncionales desde la alta dirección.
5.5. Revisar los propios estilos de gobernanza
Preguntarse si el consejo actúa con coherencia, escucha, ejemplo y visión.
Modelar una forma de gobernar que inspire confianza y compromiso.
5.6. Integrar el propósito en la toma de decisiones estratégicas
Evaluar cada gran decisión también por su impacto en las personas y en la vivencia del propósito.
Gobernemos con las personas en el centro
El talento no es solo un recurso que se gestiona. Es la fuerza que da vida a la estrategia, la cultura y el impacto de una organización. Y la mejor manera de atraerlo, fidelizarlo y activarlo es gobernar pensando en él.
Los órganos de gobierno que entienden esta conexión y actúan en consecuencia no solo mejoran sus resultados: construyen organizaciones que dejan huella, que inspiran pertenencia y que generan valor real para las personas y para el entorno.
Porque si queremos cultivar talento comprometido, necesitamos órganos de gobierno comprometidos con el talento.
Y eso es, precisamente, lo que distingue al buen gobierno corporativo: su capacidad de crear las condiciones para que las personas florezcan, la organización trascienda y el legado perdure.